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domingo, 27 de mayo de 2012

Nicky Dámico: CONFESIÓN DE LA IGLESIA

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lunes, 14 de mayo de 2012

LA TENDENCIA REVOLUCIONARIA Y EL ESCENARIO POLÍTICO



de Gallego Fernández, el Domingo, 13 de mayo de 2012 a la(s) 23:00 ·
INTRODUCCIÓN
Toda acción revolucionaria produce transformaciones estructurales que actualiza desde las demandas populares, el sistema político, el estado y las decisiones de gobierno, en el menor tiempo posible; el peronismo en sus orígenes fue revolucionario por diseñar los vasos comunicantes entre la sociedad, y el estado, y por dar respuesta inmediata al lo que el pueblo quería. En menos de cuatro años se promulgó una Constitución, que proponía un orden social donde los argentinos tuviesen igualdad y un ejercicio pleno de su soberanía.
Renunciar a esa visión revolucionaria, es aceptar, que la lucha política y las expresiones de poder que confrontan, no devienen de posiciones antagónicas, es considerar que Blaquier toma decisiones en el mercado, guiado por el interés general de los argentinos, y que los trabajadores de sus ingenios no lo entienden, realizando reclamos corporativos.
El estado para el caso, sería un árbitro para resolver la conflictividad que origina la disputa de intereses en el mercado; por lo que la democracia queda reducida a elegir quienes gerencien el estado, cuestión totalmente emparentada con quienes sostienen el nefasto concepto de gobernabilidad.
En este punto, el militante debe elegir cual es su rol en la coyuntura política, su practica es la de aplaudir la decisiones funcionales a los esquemas de gobernabilidad, o se organiza para brindar referencias claras, que procesen las demandas, el protagonismo popular, e introduzca en el estado las propuestas que garantizan la felicidad al pueblo, para que se conviertan en decisiones de gobierno.
Entre una y otra actitud transcurre la decisión de ser una retaguardia útil a la gobernabilidad, o parte de una vanguardia popular; es estéril el debate entre quien desea promover organización para expresar las demandas populares, y quienes argumentan la imposibilidad coyuntural, desde el gradualismo en los cambios. De hecho alguien sostenía, que YPF para ser estatizada, requería de una multitud convencida en plaza de Mayo, de lo contrario era imposible tomar esa medida; pero la historia demostró, que la decisión del gobierno de estatizarla, fue por el déficit de la balanza comercial, y que la medida no sólo contó con el 75% de aprobación en la sociedad, sino que una buena parte de la oposición también lo hizo, poniendo en evidencia las representaciones políticas que tienen intereses antagónicos a los del pueblo. 
Si bien no compartimos el concepto de gobernabilidad como orientador en las decisiones políticas, reconocemos en este gobierno y en este proceso, que en aquellas situaciones donde se contraponen claramente intereses antagónicos, se tomaron decisiones favorables para nuestro pueblo, (quita de la deuda, el no al ALCA, crisis del 2008 y estatización de las AFJP, reforma del BCRA, y estatización de YPF); otros dirigentes en ese lugar, hubiesen resuelto el tema, construyendo consensos con los organismos internacionales de crédito y la banca externa, es decir hubiesen perjudicado al pueblo.
EL ESCENARIO POLÍTICO
Los escenarios tienen alta volatilidad, principalmente por la crisis estructural del capitalismo y su imposibilidad de resolverla en el corto o mediano plazo, (mientras escribo esto Hollande gana en Francia y los partidos del ajuste pierden en Grecia por abrumadora mayoría, cuestión que vuelve a colocar en tela de juicio la viabilidad de la CCEE, su moneda, como también la OTAN).
Las crisis estructurales del capitalismo, generalmente se despliegan en etapas, la primera es la evidencia en la crisis de acumulación, generalmente los estados toman medidas para garantizar el modelo de acumulación, en la segunda se manifiesta una alta conflictividad social y en la tercera la conflictividad, se canaliza en expresiones y procesos políticos, como ha ocurrido en Grecia.
Esto no está desenganchado de la configuración de un nuevo orden mundial y la conectividad que poseen los mercados; la recesión en Europa impacta directamente en los países del BRICS y esto en nuestra economía.
Seguramente las palabras pronunciadas por Cristina en la UIA, respondían a este contexto, pero la crisis también es determinante de la corrida cambiaria de Octubre, generada por quienes la aplaudían, como también lo son las decisiones posteriores del gobierno, tanto coyunturales como estructurales para frenar la fuga de capitales. En ese contexto se puede leer el distanciamiento con la CGT, priorizando mantener puestos de trabajo, a cambio de legitimar la renta que apropian las corporaciones, desde la perdida del poder adquisitivo, con la intención de cerrar la brecha entre la evolución de precios internos frente al dólar.
Hoy ya no se aprecian tantos aplausos de las multinacionales que integran la UIA y menos las otras Cámaras que nuclean a grandes corporaciones; el gobierno le piso los dólares, para girar al exterior utilidades, los presionan para invertir esas utilidades, les limita las importaciones, y estructuralmente ya no cuentan con el respaldo en dólares de la renta acumulada en pesos, al haber modificado los últimos artículos de la Ley de Convertibilidad, tampoco se deben sentir muy cómodas las entidades financieras con el nuevo rol asignado al BCRA.
La respuesta no se ha hecho esperar por parte del “mercado”, un incremento de precios sin justificación y varios productos de primera necesidad ausentes en las góndolas, es la evidencia mas palpable; ya no se trata de mantener las rentabilidades obscenas que obtuvieron, sino de producir por vía inflacionaria una desestabilización del gobierno que los voceros masivos configuren como “crisis”, imputando a las decisiones de gobierno y a los gremios el “caos”.
A esta altura de los acontecimientos, está claro, que el gobierno desea desplazar a Moyano de la conducción de la CGT; esto no se puede atribuir a que Moyano represente una competencia política en la voluntad del electorado, tampoco se puede señalar que el candidato promocionado por el gobierno y los dirigentes que se han nucleado en torno a él, sean un recambio para canalizar en términos políticos las demandas de los trabajadores, y menos un recambio generacional.
Es obvio que los niveles de representatividad en los trabajadores, le brinda a Moyano una situación de autonomía frente al gobierno que afecta el esquema de gobernabilidad. No aceptar techo salarial, dificulta la tarea de controlar la evolución de precios desde la pauta salarial. Cuestión no menor, ya que para los próximos años, es insostenible una variación de precios superior al 20%, con una devaluación de la moneda que no alcanza al 10%; esta brecha es imprescindible cerrarla, ya que el dólar, no va a seguir devaluándose in-eternum. Para ello, los que han traicionado a los trabajadores toda vez que le dieron oportunidad, estarían en sintonía con el gobierno.
Es cierto, que nadie recuerda al Sec. General de la CGT en los cincuenta y que por el contrario Perón y Evita, son las referencias históricas; pero es de necios no entender, que para alcanzar una patria Justa, Libre y Soberana, se necesitó confrontar con la oligarquía y el imperialismo; y ello se hizo, desde la fuerza organizada de los trabajadores, planificando la economía desde las demandas populares, colocándola al servicio del pueblo; reconociendo en el trabajo y no en las inversiones, la única actividad que produce riqueza y como tal, el derecho a decidir políticamente sobre ella a los trabajadores.
Por otra parte el sector que lidera Moyano, tampoco deslumbra con propuestas políticas, que expresen el interés general de los argentinos, no hay mención alguna a la brecha entre los precios locales del consumo diario a valores internacionales, y sueldos a valores locales; no existe un mínima expresión que modifique la matriz distributiva, ni tampoco reflexión alguna sobre el carácter indexatorio de precios, que van adquiriendo las paritarias, al punto que se van construyendo amplios consensos, de que los incrementos salariales son los que determinan la evolución de precios.
Nadie parece reconocer que la perdida del poder adquisitivo en el 2002; con la modalidad devaluatoria de Duhalde y el “vasquito” Mendiguren, fue la que permitió salir del infierno, asumiendo ese sacrifico los trabajadores, o que el crecimiento a tasas chinas, es el resultado de la riqueza que genera el trabajo. En el relato político se vuelve a instalar la visión de que son las inversiones de las corporaciones y los empresarios, las que sustentan la actividad económica, cuando en realidad esas inversiones, no son otra cosa que la riqueza generada por los trabajadores y apropiada por los empresarios.
Este sector ha tomado una actitud reivindicativa lamentable, que le hace un flaco favor al 15 % de desocupados y subocupados (INDEC), como al 35% de los trabajadores no registrados (MTSS). Es innegable la generación de empleo, pero totalmente insuficiente, si tomamos los 5,5 millones de argentinos desocupados y subocupados en el 2002 (INDEC), y le adicionamos 3.5 millones de argentinos que se incorporaron en estos nueve años como población económicamente activa, podemos observar que 5 millones de puestos de trabajo son insuficientes, además de ser, la causa real de la precarización laboral del 35% de trabajadores no registrados. En ello la primera cuestión de la CGT es debatir las políticas que garantizan pleno empleo, porque es la única forma de modificar la matriz distributiva.
El esquema de gobernabilidad puede propiciar una fractura en la CGT, a los efectos de no ver limitada, la autonomía en las decisiones de gobierno, pero también requiere de una importante cuota de poder popular, para disciplinar las corporaciones a los objetivos que permitan seguir estructurando el modelo sobre los superávits gemelos, fundamentalmente porque el mercado sigue controlado por corporaciones transnacionales, que tienen intereses muy diferentes a los del pueblo argentino; y no son menores las decisiones que ha tomado el gobierno, afectando los sus estrategias globales.
La ausencia de un marco estratégico y objetivos políticos para materializarlo, provienen del concepto de gobernabilidad, lo cual es indisimulable desde el argumento del gradualismo, o la correlación de fuerzas; si bien las fracturas en los factores de poder real, pueden propiciar autonomía en las decisiones de estado, y la intervención de este en la economía, puede ser una herramienta apropiada para tales fines; es necesario observar, que cada espacio hace su juego, y que ello no contribuye en nada a la hora de construir grandes consensos, sobre el país que quieren y necesitan el conjunto de los argentinos.
Las formulas de gobernabilidad, ajustan los tiempos políticos a la competencia electoral, lo cual no sería un problema, si no fuese por la imposibilidad de Cristina para renovar el mandato; y del viraje de la clase dominante, que luego de la frustración electoral por construir una expresión política propia, se encuentran disputando y cooptando liderazgos en el Frente para la Victoria de cara al 2015. De esta forma el escenario de disputa política entre los sectores populares y la oligarquía está dentro del FPV. 
Las discrepancias de Mariotto con Scioli, se inscriben en este marco, también responde a esta situación, el escenario de Vélez y el disciplinamiento del conjunto de las organizaciones a La Campora, la cual pasó a desempeñar un rol de articulador vertical del espacio Kirchnerista, hasta el presente, sin objetivos políticos vinculados a las demandas e intereses populares. El escenario de disputa se completa con la configuración, que va tomando “La Juan Domingo” y la presencia del gabinete de Scioli; o el apoyo electoral al gobernador por parte del peronismo opositor (De Narvaez, Cariglino, Camaño, etc.); su reunión con De La Sota, o la foto con Massita.
Las construcciones políticas siguen replicando las prácticas de la democracia liberal capitalista, la oferta de un liderazgo como producto, una organización que lo sustenta desde una militancia vinculada a la función pública o los recursos del estado, cuya práctica es la movilización a escenarios masivos, para construir una imagen de respaldo en la sociedad. Se articula a esto, una federación de estructuras políticas que incluyen a gobernadores absolutamente funcionales a los intereses del poder económico. Las expresiones políticas del sindicalismo, no escapan a esta lógica, mudan las representaciones gremiales en políticas, sin procesar objetivos políticos, ni liderazgos con los trabajadores, y movilizan en función de los intereses circunstanciales de la dirigencia.
La democracia de masas, inaugurada por el peronismo está ausente; la similitud que puede darle la masividad de los escenarios, guarda una distancia enorme con sus componentes centrales; el escenario no era una escenografía de las estructuras políticas para producir una imagen, sino el resultado de iniciativas políticas, que se procesaban en el pueblo, en una práctica que construía consensos, desplegando un rol protagónico del pueblo, que confrontaba con los intereses de las minorías oligárquicas; en el proceso, se legitimaban los militantes y en el escenario se validaban los intereses populares, con decisiones que el gobierno hacía públicas.
Desde el concepto de gobernabilidad, es imposible incorporar al relato político dos cuestiones centrales para el pueblo: a) como vamos a estar dentro de cinco años, y que objetivos políticos lo garantizan y b) quienes tienen intereses antagónicos al pueblo y como se los combate. Es decir, nunca estará presente el concepto de lucha política, en la dimensión donde confrontan intereses irreconciliables de los sectores dominantes con el pueblo; quedando reducida la lucha política al plano electoral, donde los liderazgos son ofertados como productos, carentes de propuestas.
La visión de que el gobierno es la vanguardia del proceso político, también es el resultado del concepto de gobernabilidad; las medidas mas trascendentes que han beneficiado al pueblo, tienen a este, como objeto de la política y no como sujeto de ella; salvo en la ley de medios, ninguna medida de esta naturaleza, tiene un antecedente, de ser una iniciativa política, que previamente haya construido consensos en la sociedad y niveles organizativos, que desemboquen en escenarios masivos, validando por último la decisión de gobierno. Esta práctica donde se asienta el concepto de vanguardia para el peronismo, es reemplazada por una retaguardia militante que oficia de aplaudidora, y trata de explicar al pueblo como las decisiones de gobierno favorecen a los intereses populares; la distorsión no es menor, cuando hay militantes que quieren revelarle al pueblo, que un conjunto de medidas, son la Justicia Social. Un orden de Justicia Social, es el resultado de la lucha del pueblo (Evita), nunca el gesto generoso de un gobierno.
NUESTRO LUGAR EN EL ESCENARIO POLÍTICO
La primera orientación que debe tener presente una Tendencia Revolucionaria, es evaluar en cada circunstancia y coyuntura, la confrontación entre los intereses populares y los sectores dominantes, de lo contrario nuestra intervención, estará guiada por antagonismos que no modifican en nada las relaciones de poder en la sociedad.
Si bien no compartimos el esquema de gobernabilidad como orientación general en las decisiones políticas, siempre debemos tener presente, que en aquellas circunstancias donde se debió decidir sobre cuestiones estructurales, el gobierno lo ha hecho sin afectar los intereses populares; (Corte Suprema, Generalato golpista del 2003; disciplinamiento a la democracia de las FFAA desde los juicios, ALCA, Deuda externa y FMI, AFJP, BCRA y estatizaciones incluida la de YPF; como bien lo ha señalado Cristina, estas decisiones no responden a un marco ideológico, sino a episodios coyunturales que garantizan gobernabilidad, sin afectar el consenso popular y el conjunto de los intereses dominantes; cuestión no menor si se tiene en cuenta, que otros gobiernos pagaban los llamados “costos políticos”, para mantener el buen humor de los mercados y las embajadas.
En este esquema lo relevante, es que el gobierno tiene una apertura del estado hacia las demandas legítimas y masivas de la sociedad; en ello es inflexible, puede alabar a los directivos de YPF, por las inversiones y su gestión, y a los cuatro meses convertirlos en el peor demonio de las corporaciones transnacionales, esto no es una excepción, puede rastrearse y observar situaciones similares durante todo el proceso.
La conciencia latente en la sociedad sobre el saqueo corroborado en el 2001, sumado, al relato del gobierno, revalorizando lo político, el interés de las mayorías, la patria como espacio de realización, van formando una conciencia y un debate político en la sociedad, que tarde o temprano, terminará demandando un proyecto de Nación.
Es un error brutal atacar al gobierno por las decisiones políticas que no adopta, o por la orientación de sus decisiones políticas, si algo puede impedir que las minorías impongan su voluntad política, es el liderazgo de Cristina, si el gobierno se debilita, con ello se va a debilitar el proceso popular y avanzaran los intereses de los sectores dominantes, sin posibilidad alguna de estructurar una resistencia en el corto plazo.
Si somos revolucionarios nuestro ataque debe estar dirigido a los sectores dominantes, aún cuando estos sean favorecidos por las decisiones de estado; la cúpula del poder económico construida por Martínez de Hoz, pervive hasta el presente, sino entendemos que esta minoría y las embajadas, son el enemigo principal del pueblo, quedamos enredados en el laberinto de contradicciones del liberalismo político, escenario en el cual se deben legitiman las construcciones políticas revolucionarias, pero jamás, se ha construido una fuerza revolucionaria con una practica liberal.
Si hay una voluntad militante revolucionaria, se requiere construir una fuerza política con herramientas apropiadas, para procesar las grandes demandas populares, con propuestas que desplieguen, los instrumentos de estado necesarios, para satisfacerlas y derrotar el privilegio de los sectores dominantes, a través de los cambios estructurales, que garanticen un orden social de justicia e igualdad.
Es imprescindible construir un espacio de la militancia revolucionaria en el FPV, 1) porque se requiere de identidades que referencien las demandas del pueblo, para convertirlo en protagonista y sujeto de las transformaciones, 2) porque no hay acciones políticas que pongan en evidencia al enemigo del pueblo y sus privilegios en la distribución de la riqueza 3) porque se necesita explicitar los objetivos políticos que producen las transformaciones estructurales, y construir consensos en el pueblo, para que protagonice los cambios que necesita; 4) porque hay cientos de agrupaciones que no aceptan la ausencia de debate político y no adhieren a construcciones, que replican la lógica de dominación y humillación del pueblo; 5) porque hay miles de militantes que no aceptan ser objeto de la política y necesitan el ámbito y los escenarios para intervenir de manera consciente en la historia; 6) Porque hay miles de jóvenes que necesitan recrear poder juvenil, para expresar las desigualdades, que sufren generacionalmente, y no para integrarse a comparsas aplaudidoras que les resuelva su situación laboral 7) porque es imprescindible que el pueblo retome la historia en el punto donde fue derrotado, y se manifieste como verdad histórica, que la decisión de aniquilar la expresiones revolucionarias en la patria, fue tomada por la oligarquía, para impedir la felicidad del pueblo y su derrota definitiva; 8) porque se necesita una nueva lógica de construcción política, donde lo colectivo no sea una suma de tácticas o una ingeniería de ofertas electorales; sino un conjunto de acciones solidarias y mancomunadas, que posibilitan incidir en las decisiones políticas y la disputa de poder con los sectores dominantes, orientados por objetivos políticos trascendentes para el pueblo.
Pero centralmente se requiere un espacio revolucionario, porque nuestro pueblo ha comprendido que la vida cotidiana, depende de la fuerza política que exprese sus necesidades, y genere las condiciones para resolverlas; la politización creciente en la sociedad, conduce a una confrontación inevitable con el poder económico, el cual no puede legitimar sus intereses particulares, como interés de los argentinos, por la sencilla razón, de que existe una conciencia latente en la mayoría del pueblo, de que ellos fueron los responsables de la destrucción y el saqueo a la mayoría del pueblo.
Sería imperdonable, que los sectores dominantes y los liderazgos políticos funcionales a sus intereses en el FPV, tomen el gobierno en el 2015, sin resistencia alguna; o que generen una crisis y no haya fuerza política que los responsabilice, porque las vertientes internas del FPV, están entretenidas en disputas palaciegas,  los pases de factura,  la realización de carreras políticas y las acciones para obtener simpatías desde el dispositivo, que conduce el proceso.
Tiene razón Cristina cuando demanda unidad y organización, ello existe cuando hay unidad de concepción sobre el país y el orden social que queremos producir históricamente; sin esto, la unidad es efímera y circunstancial, responde a mandatos en vez de consensos, y en política el que conduce no ordena, persuade. La organización se materializa en las acciones, que permiten desenvolver una política de masas, para la construcción de consensos y protagonismos  en el pueblo, destinados a alcanzar objetivos políticos que nutran una propuesta liberadora, de lo contrario son aparatos plebiscitarios sin objetivos políticos, que envejecen y desaparecen con sus caudillos.
Si no podemos construir un espacio que interpele desde las demandas populares, a los sectores que hoy están disputando posicionamientos en el FPV, difícilmente la confrontación interna de estos, fortalezca un proyecto popular, por el contrario quedaran expuestos a las acciones y maniobras, que despliegan los sectores dominantes, para legitimar desde el consenso del FPV sus intereses particulares y sus estrategias globales.
MOVIMIENTO DE LIBERACION CARLOS MUGICA