de Gallego Fernández, el Martes, 12 de julio de 2011 a las 13:57
Luego del resultado electoral, es bueno pensar los interrogantes apropiados que nos conduzcan a revertir el consenso electoral del último domingo. No aporta ninguna claridad al tema, responsabilizar al electorado, ni adjetivar a la totalidad de los votantes de Macri desde nuestra perspectiva ideológica, en ese 47% de votantes, hay un fuerte componente de sectores populares.
Cuando el enemigo nos derrota, es un argumento estéril imputarle la responsabilidad, está para eso; y es del sentido común, observar nuestro desempeño en la batalla, para reconocer las condiciones que hicieron posible.
Entre las cuestiones que se debieran analizar nos parecen significativas las siguientes: a) El desempeño de Macri en el gobierno y el desarrollo de su fuerza política; b) El desarrollo de la fuerza política del FPV, en estos cuatro años y el impacto de las políticas nacionales en la capital; c) La campaña electoral y el discurso político de las fuerzas que compitieron, d) El espacio de disputa, la contradicción entre los intereses populares y la expresión ideológica del PRO.
a)SOBRE EL GOBIERNO DE MACRI Y LAS FUERZA POLÍTICAS
Desde nuestra matriz ideológica, consideramos que no puede haber peor gobierno que el de Macri; pero en el 47% que lo ha votado, hay una valoración positiva y por lo abultado del resultado, hasta pareciera descollante. En consecuencia, la acción política desde nuestro lado, tiene dos caminos posibles, tomar iniciativas políticas en el sentido ideológico del PRO, o modificar la estructura ideológica del componente de sectores populares, que lo ha votado. En términos concretos profundizar el racismo y promover la privatización de lo público; o tomar iniciativas políticas, que a la vez, que transforman el orden social, construyen en la práctica una estructura simbólica vinculada a un proyecto de Nación.
Cuando observamos el desarrollo de la fuerza política del macrismo, no encontramos nada nuevo en el horizonte, un sistema clientelar y gerencial del aparato político, y un alto despliegue propagandístico. Esto puede derrotarse si hay una fuerza política, con unidad de concepción y capacidad militante de impulsar iniciativas políticas hacia la sociedad. Durante los cuatro años de gobierno, no hemos tomado una sola iniciativa política, desde la referencia del Frente para la Victoria, que encauce las demandas populares e interpele al gobierno de Macri con propuestas concretas para resolverlas, desde una fuerte intervención del gobierno nacional, en la demanda de vivienda, en los desarrollos de infraestructura cuando saturan la misma, en el primer empleo, en transporte, en espacios culturales y recreativos, en calidad educativa y actualización de conocimiento, en la sustentabilidad económica de la ciudad etc. Por otra parte no hacerlo, limita la construcción de liderazgos, los cuales solamente han surgido desde instalaciones mediáticas o posicionamientos internos; y no por la dinámica política en el orden social existente.
Es aconsejable que en el futuro los sondeos de opinión estén más atentos a relevar las demandas populares y el marco ideológico de los habitantes, es sobre estos aspectos, que se deben planificar las iniciativas políticas del FPV, orientándolas a convertir en protagonistas y sujetos de la política, a gran parte de los porteños. De esta forma se alcanza una subjetividad que se reconoce parte de las decisiones de estado que objetivamente desarrolla el gobierno nacional y la fuerza política que lo sustenta.
Si pretendemos ganar esta batalla cultural, debemos aprehender, que no es la visibilidad de la organización política la que garantiza el triunfo, sino la profundidad de una política dirigida hacia la sociedad y movilizada hacia el estado, la que pone en evidencia el vínculo entre el marco ideológico del Macrismo y los intereses de las minorías.
Por otra parte, las contradicciones con el gobierno de Macri, no se superan imputándole responsabilidad política; como tampoco es deseable seguir enfrentándolo desde el gobierno nacional, cuando no haya un claro respaldo desde sectores mayoritarios de la sociedad, que se expresan desde a partir de la referencia política del FPV. Toda política de Macrí calificada de discriminatoria por nosotros, es aplaudida por los sectores que son portadores de valores individualistas. -Resolver la situación de vivienda a los ocupantes del indoamericano, produce un fuerte rechazo en el resto de los hogares, que no accede a la vivienda, si por el contrario el FPV, promoviese un movimiento por el hábitat destinado a toda la demanda, y una propuesta para que el gobierno de la ciudad de respuesta, con intervención del gobierno nacional, quedaría al descubierto la política del gobierno de Macri frente a este tema, colocando en crisis los valores individualistas desde una práctica colectiva.
En este aspecto es también imprescindible observar, que el enfrentamiento entre los dos ámbitos del estado, (por más justa que sea la posición del gobierno nacional), solamente tendrá plena legitimidad cuando la iniciativa surge de la sociedad, de lo contrario abrimos un debate sobre esa decisión, (si es para hacerle pagar un costo político al gobierno de la ciudad o realmente es por que el gobierno nacional defiende los intereses populares, o ambas a la vez). En esto corremos el riesgo de quedar atrapados, en conflictos, toda vez que no haya ningún trabajo político previo al momento de estallar.
b) LA CAMPAÑA ELECTORAL Y EL DISCURSO
Si analizamos como arriban los candidatos desde cada fuerza, es mucho más prolijo el FPV, que el PRO. Desde el FPV, se pusieron en marcha tres propuestas, y se opto por el candidato que tenía mayor preferencia en intención de voto, en cambio el PRO, puso en marcha dos propuestas, vinculadas a la candidatura presidencial de Macri, y hacia el cierre, retrocedieron en todo. No hubo ninguna acción política eficaz de nuestra parte, donde la sociedad percibiese el oportunismo de Macri y se instalase la idea sobre la ausencia de valentía para enfrentar al FPV. Desde nuestro lado hubiese sido preferible Boudeau que Tomada, si el criterio se orientaba por la intención de voto; y también nos hubiese favorecido, que esta decisión, se concretara en el momento donde los dos delfines de Macri mantenían una feroz interna.
El discurso, en una campaña electoral no tiene como finalidad la reflexión del votante, sino que está dirigido a instalar una idea fuerza, la cual necesariamente debe ser compatible y armónica a los niveles de conciencia media que hay en la sociedad; en ello confrontaron dos discursos, el de la incorporación de la ciudad a las políticas nacionales y el del PRO, que invitaba a pensar como ellos, (sos bienvenido), y que todos los que piensan igual a ellos le va bien, (juntos nos va bien).
En tanto el discurso del PRO estaba dirigido a todos los votantes, el nuestro estaba focalizado en las asimetrías entre la zona norte y la zona sur; el discurso nuestro podría impactar en los sectores con consumos satisfechos, si estos sectores en su visión ideológica, considerasen que el estado tiene como finalidad construir un orden social de justicia e igualdad; por el contrario, estos sectores consideran que todos tienen iguales oportunidades en el mercado para satisfacer necesidades, y que sólo se requiere del esfuerzo propio para lograrlo, por lo que toda intervención reparadora del estado, es reconocerle un privilegio a quienes no se esfuerzan por alcanzar condiciones de vida digna. Esto quedaba amplificado cuando se hacía referencia a lo que nosotros empíricamente exhibimos como logros del gobierno nacional. Para quienes son portadores de valores individualistas y liberales, todo reparación del estado en su intervención en la sociedad, representa un gasto que sostienen con sus impuestos destinado a personas que consideran holgazanes. En síntesis la propuesta hacíamos fue interpretada por los sectores individualistas, como una propuesta destinada a construir un orden de igualdad y equidad a costilla de su trabajo.
El mayor grado de conciencia que se puede encontrar en una persona individualista, es la pertenecía a la patria, y lo que el aporta en términos individuales; si la idea era expresar desde la ciudad la incorporación a un proyecto de Nación, el discurso debía indicar de manera precisa, como se profundiza este modelo, los intereses de los sectores populares y el interés de las minorías nucleadas en torno a la cúpula del poder económico. En ello se puede mostrar de manera contundente como las corporaciones son las que producen las asimetrías, desde la orientación de inversiones inmobiliarias que recibe la ciudad desvinculadas de la demanda de vivienda, hasta la tontería, de que el Estado invierta en subtes para que Roggio gane dinero; hay cientos de ejemplos donde se podría demostrar a los sectores individualistas, de que el esfuerzo de su trabajo es apropiado por el capital concentrado y no por el gasto del estado al atender las demandas sociales. Si el discurso partiese de esta premisa el PRO, debería explicar porque no hace un seguimiento de precios en la ciudad, y defender el poder adquisitivo de los porteños, en vez de culpar al INDEC.
Si el discurso nuestro, no puede poner en evidencia, que los intereses generales de la sociedad, que promueve el PRO, son los intereses particulares de una minoría que detenta el poder económico, difícilmente los sectores que realizan y/o proyectan sus vidas desde el consumismo, observen a estos como enemigos reales, y por el contrario terminan legitimando el marco ideológico del enemigo. Por otra parte la matriz de nuestro discurso, termina por legitimar a los sectores dominantes; toda vez que no se señala la desigualdad como resultado de sus prácticas dominantes en el mercado, y no se señala las políticas que modifiquen estas condiciones. El gasto en lo social que se propone, para los sectores individualistas, serán imputables a la condición de haraganes de sus destinatarios, y nunca a una economía que está al servicio del capital, en vez de estar al servicio del pueblo. Nuestro discurso en consecuencia es totalmente contradictorio para los sectores individualistas.
El discurso del PRO, centrado en la cuestión local, conlleva de manera solapada una expresión de rechazo a la injerencia del gobierno nacional, de esta forma legítima el rechazo a las políticas populares; (la ciudad nos une), cada intervención del gobierno nacional durante el último tramo de campaña, terminaba siendo el dato empírico que corroboraba el discurso del PRO, donde la ausencia de diseño político para neutralizar la valoración de oportunismo, torna negativas estas intervenciones. No se pudo transmitir una idea de la ciudad que se desea, en tanto sustentabilidad e integración de todos los sectores populares; definiendo de manera precisa la política económica del gobierno de la ciudad. Esto lo confirma el dato de que un 20% de los votantes de Macri, votaría a Cristina en las elecciones de octubre.
EL ESPACIO DE DISPUTA
Cuando se señala la estructura ideológica individualista de amplios sectores sociales, se debe tener presente una transversalidad en la estratificación social existente, presuponer que en los espacios territoriales donde obtuvimos más votos, estos proceden en su mayoría de los sectores con menos recursos, es un error fatal. El aparato clientelar del PRO, obtuvo votos en todos los estratos sociales, de lo contrario era imposible alcanzar el 47,3%. Por lo que reducir el resultado al simplismo del medio pelo y la tilinguería es de escasa ayuda.
Es tan individualista el que desde necesidades extremas, intenta resolver lo apremiante de su situación por sus propios medios, como el gerente que vive en Palermo y considera que su posición es el resultado de su esfuerzo. Ambos son una esponja del discurso liberal, es la formula aplicada por el menemismo en los noventa.
En los dos casos consideran que el Estado es un consorcio al cual aportan, para recibir servicios, en el caso de quien padece una situación de pobreza o indigencia, es admitir que la atención del estado es un gesto generoso, ya que son escasos sus aportes al consorcio, y para quien no posee necesidades considera aceptable toda intervención del estado que adormezca la conflictividad social, en tanto no tienda a producir condiciones reparadoras de igualdad.
En ambos casos ninguno de los dos puede observar que el orden social se produce y reproduce, desde las políticas del estado, donde la no intervención en la economía, es brindar la decisión al mercado sobre las condiciones de vida de cada ciudadano, es decir a las corporaciones que lo controlan.
Si las distintas organizaciones que integramos el Frente para la Victoria, seguimos con la lógica de construir visibilidad, para posicionarnos internamente mas cerca del dispositivo de decisiones políticas, es imposible que desarrollemos una unidad de concepción, sobre el espacio en el que tenemos que actuar, peor aún desperdiciamos las voluntades políticas que se expresaron a través de nuestra oferta electoral.
La voluntad de construir un nuevo bloque hegemónico, requiere pensar las acciones políticas que pongan en evidencia los intereses del PRO, de las corporaciones y los mecanismos de dominación existentes; si por el contrario se persiste en “explicar” las bondades de las decisiones adoptadas por el gobierno nacional, lo único que estaremos haciendo es brindar datos empíricos, que reafirman el marco ideológico y la construcción de consenso del enemigo.
De poco sirve explicarle a alguien con valores individualistas, el sentido reparador que tiene la Asignación Universal por Hijo, por el contrario, desde sus principios concluye, que ello se hace con los impuestos que paga, y con su esfuerzo personal.
Si estamos dispuestos a construir una nueva Argentina, debemos interpelar a los sectores individualistas, para que sean protagonistas y sujetos políticos de esa construcción, proponiendo acciones colectivas dirigidas hacia el estado, en escenarios que identifiquen claramente los intereses que se oponen a los sectores populares, y la injerencia que tienen en las decisiones del estado. En esta práctica no puede estar ausente, señalar cual es el orden social, donde el hombre recupera su centralidad como compatriota, desplazando a los medios materiales y las practicas consumistas, de ese lugar.
Difícilmente podremos superar esta derrota, con justificaciones que no la admiten, o que no señalan las determinaciones del resultado; es de poca ayuda evaluar que el conjunto de las fuerza políticas perdió en la polarización, o pensar que la formación social de la ciudad es la misma, que la de los años cincuenta o setenta, más terrible es imputar el resultado a la condición de medio pelo de los habitantes de la ciudad, es una pésima lectura de Jauretche, y una desacertada interpretación sobre los mecanismos de dominación que despliega la colonización en países dependientes.
Desde esta perspectiva se debe realizar un análisis sobre la concurrencia al ballotage; en términos matemáticos los sectores individualistas superan ampliamente el 50%, el mejor resultado que podríamos obtener es mantener la diferencia del 20%, sin datos empíricos que lo corroboren, sospechamos que el 25% que no ha concurrido a votar, en su mayoría, son ciudadanos que migraron de Capital.
Por último en términos políticos, es un error fatal considerar que acercarnos al 40% nos da un piso para la elección nacional, por el contrario puede tener una lectura negativa y cierta cuota de mesianismo, para muchos de los votantes, que habiendo optado por Macri, no arriesgarían que el país sea conducido por las ofertas electorales que compiten con el FPV a nivel nacional. La participación en el Ballotage indefectiblemente plebiscitará las políticas nacionales, sin tener precisión del impacto que tendrá sobre la foto, que hoy coloca a Cristina como ganadora en primera vuelta.
La única posibilidad de revertir el resultado, es que un 10% de los votantes del PRO o de las expresiones con igual signo ideológico, admitan que se han equivocado al emitir su voto el domingo; reconociéndole a Macri una enorme capacidad de victimizarse, es casi imposible que se pueda producir un hecho, donde los votantes adopten esta actitud. La otra alternativa es una extraordinaria capacidad comunicacional que nos permita evidenciar que los intereses del PRO, expresan a una minoría que afecta a los sectores populares que lo han votado y que ello produzca una nueva decisión política al votar.
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