militantes comprometidos

miércoles, 6 de abril de 2011

Breve respuesta a quienes: “se imponen el deber de cuidar la democracia"

Gallego Fernandez
Tanto difundieron las propaladoras del Stablishment, el documento suscripto por los liderazgos más notorios de la oposición, que no pude resistir la tentación de leerlo; con enorme sorpresa uno puede observar, que la defensa de la democracia, ya no es más una tarea del pueblo, sino que Macri, Duhalde, Alfonsín, Sanz, Carrió etc; han decidido relevarlo de esta tarea. No aclaran las razones, pero implícitamente, se supone que el pueblo no tiene la suficiente legitimidad para hacerlo.

Toda la defensa de la democracia consiste en sostener tres cuestiones fundamentales, “La libertad de expresión, la independencia del poder judicial y el efectivo cumplimiento de sus fallos”; las cuales están incluso por encima de cualquier expresión popular, en el apuro de comunicar al pueblo semejante decisión se olvidaron de precisar, si la libertad de expresión es una referencia a lo que publica un grupo de periodistas, o el concepto es abarcativo de las cotidianas manifestaciones de nuestro pueblo para expresar sus derechos y propuestas ante el estado, tampoco sabemos de quien debe ser independiente el poder judicial, hubiese sido esclarecedor para el pueblo, que en esta declamada independencia, el rango mas trascendente de la atuonomía fuese de los grupos económicos y la embajadas que tienen inversiones en el país. Lo que si parece inapelable es el tema de los fallos, esa es responsabilidad del poder ejecutivo, pero también debieran tener en cuenta que el Ejecutivo no sólo está para cumplir los fallos cuando se le solicita la intervención de la fuerza pública, sino que por sobre todas las cuestiones, requiere una intervención que erradique la injusticia en las determinaciones que la ocasionan y no sólo en los efectos que produce.

Es algo paradójico que invoquen el articulo 36, “la supremacía de la Constitución”, y pretendan reemplazar al pueblo en el ejercicio de la democracia, cuestión compresible, pero inaceptable en esta etapa histórica, ya que el pueblo para estos señores es el predicado de su práctica política, pero jamás el sujeto de un sistema democrático.

Las acciones y calificativos que se le atribuye al Estado, debieran señalarlo en igual intensidad y vehemencia, para el poder económico; (intolerancia, persecuciones, señalamientos, escraches, discrecionalidad etc.), Es cierto que los limites del Estado los define la Constitución, como también es cierto que la jerarquía de los derechos que contiene la Constitución, no las puede definir un juez, sino el pueblo por mandato a sus representantes. Sería bueno plebiscitar la jerarquía del derecho al trabajo o la vivienda, frente a la acumulación de riqueza bajo la forma de propiedad privada.

Ningún ciudadano es penalizado por sus ideas, y la licitud de publicar sobre la inflación, nadie la cuestiona siempre y cuando se brinden un detalle del rigor científico, con el cual se elaboran estos índices, ya que estas publicaciones están enmarcadas en esa rigurosidad, y no en una opinión periodística.


El último párrafo del documento, sería válido si los firmantes fuesen otros; Carrió fue funcionaria de la última dictadura militar, Duhalde alcanzó la función de Intendente de Lomas mediante un golpe de Estado, con una practica reiterada en el 2001 para alcanzar la presidencia que el pueblo le negó en 1999; Macri está procesado por la justicia al haber pruebas de cómo vulneró las garantías individuales que establece la Constitución; ni hablar de las tropelías que han cometido mientras la Corte menemista-radical amparaba delitos de contrabando; estafas al estado y saqueo de las riquezas naturales y los bienes del estado.

Todo el respeto a la convivencia, la aceptación de la diferencia, la tolerancia democrática, la amistad cívica, son para estos personajes, el juego de la democracia liberal, el tome y daca entre Jarolawsky y Manzano; los acuerdos de Barrionuevo y el Coty; el voto radical a las leyes de Emergencia Económica y Reforma del Estado del senador riojano; todo lo que contribuía a que el pueblo repudie la política, y un Estado ajeno a las demandas populares. Esta substancia de la democracia es la que desean preservar.

La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere, y defiende un solo interés el del pueblo, la legitimidad de este gobierno y la recuperación de la política como actividad que nos brinda el marco general para realizar nuestras vidas en la historia de manera consciente, son una prueba irrefutable de que la democracia no necesita antihéroes que la protejan, el pueblo va desarrollando la organización suficiente para hacerlo.

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